La cirugía plástica siempre estuvo asociada a la psicología. Se inició como cirugía reparadora, habiendo relatos de casos de reconstrucción nasal de la edad media. La búsqueda de la reparación de deformidades congénitas o adquiridas tenía como objetivo la restauración de la función afectada, así como minimizar las importantes consecuencias psicológicas en el campo personal, afectivo y profesional.

Con el perfeccionamiento de las técnicas quirúrgicas y anestésicas, la cirugía plástica pasó también a visar el perfeccionamiento estético, justificado por la creciente búsqueda de la autoestima.

Hoy, debido a la gran seguridad y estandarización de tales técnicas, se popularizó la cirugía plástica, dejando de ser un tabú para pasar a ser más un ítem en el arsenal estético. Sin embargo, la masificación de los medios y la imposición del patrón de belleza vigente también ha traído distorsiones psicológicas.

Hay pacientes eternamente insatisfechos consigo mismos y que proyectan en la cirugía plástica la resolución de sus problemas. Evidentemente serán siempre insatisfechos con los resultados obtenidos, por mejores que sean, pues la cirugía no resolverá las molestias personales, familiares y profesionales.

Existen otros que presentan

distorsiones de autoimagen

, siempre buscando corrección de defectos inexistentes. Lógicamente, nunca se quedarán satisfechos con la cirugía, pues el foco cambiará tan pronto como termine y encontrar un nuevo defecto. Otro tipo de distorsión psicológica encontrado en los consultorios es ejemplificado por pacientes que quieren alterar la fisonomía para que se parezca a celebridades. En caso de que tales cambios sean tentados, habrá una frustración por no quedar igual a su ídolo además de poder pasar a presentar problemas de no reconocimiento de la autoimagen.Una importante particularidad de la cirugía plástica estética

, y que, a mi juicio, es una gran ventaja en relación a los otros campos de la medicina, es que no hay necesidad ni urgencia en hacerlo. Esto permite que se realice sólo en el momento ideal, cuando el paciente esté listo en los planos físico y psicológico.

El papel del cirujano es buscar en el arsenal técnico formas de obtener mejoras que visen el rejuvenecimiento y la corrección de distorsiones estéticas, pero sin alterar las características étnicas y fisionómicas, visando siempre la naturalidad de los resultados. La conversación con el paciente debe ser clara, directa y franca, no dejando dudas en cuanto a los resultados posibles y limitaciones técnicas. En los casos de encontrarse con pacientes inestables emocionalmente, debe encaminarse para acompañamiento psicológico y postergar la cirugía.Siendo así, la cirugía plástica es un procedimiento seguro y con alto índice de satisfacción entre pacientes y médicos. Sin embargo, el Especialista sabe que tan importante como saber quién, cómo y cuándo operar es saber quién NO operar, de lo contrario ambos quedarán insatisfechos.