Muchos son los motivos que llevan a las personas a comprometerse con el matrimonio, y en lugar de lo que imaginamos, no siempre es la pasión que unen a las parejas. Vemos que la pasión es el paso inicial de las relaciones, pero al evaluar más atentamente las historias sobre las uniones, los motivos son otros, pues involucra una serie de contextos diferentes, de persona a persona, incluso las partes de una pareja.Salir de la casa de los padres, del régimen rígido o frío, donde la falta de afectividad prevalece todavía es un motivo fuerte que llevan a muchas personas a ligarse en otra, en otros momentos, es la necesidad de tener a alguien que sienta seguridad para continuar su vida, pues sólo cambia la dependencia del país, por el esposo (a).

Podemos aquí levantar una serie de situaciones, pero lo importante es entender cómo esto viene sucediendo. Cuando nos unimos en un matrimonio, pensamos haber encontrado a la persona ideal, y vivimos un estado de éxtasis total, imaginando que de alguna manera fuimos premiados, que el universo nos escogió para vivir ese amor infinito. Este proceso a menudo dura meses, otras veces años, hasta que un día paramos, y como casi mágicamente, percibimos que todo está desmoronando.

Algunas personas se enfrentan al

matrimonio

como la recta final para una serie de dificultades, pero ese es el primer indicio del fracaso. En la relación a dos, no tenemos como dejar de lado nuestros problemas personales, defectos y dificultades, van juntos, y poco a poco se vuelven muy aparente.

Nos damos cuenta que nada ha cambiado, sólo salimos de una casa y fuimos a otra, y tenemos que mirar con atención a ese proceso. Nuestra mirada sobre el compañero cambia, la idealización de la pareja perfecta cae, y nos encontramos con la realidad que creamos. Cuando estas cuestiones se suman a las dificultades del compañero, esto se vuelve complicado, y la relación va a exigir de la pareja una buena dosis de madurez para poder mirar y ver cuáles son las posibilidades de cambiar ese cuadro. Sin embargo, está claro que hoy con los cambios culturales y sociales que vivimos, no quedamos más presos en las bodas

como antiguamente, pues tenemos la posibilidad de recomenzar, buscar nuevos caminos.

La tasa de divorcios golpeó un nuevo récord en el país en 2010, lo que muestra que las parejas que deciden acabar con el matrimonio están optando cada vez más por el divorcio directo, en lugar de pasar antes por el proceso de separación. Es lo que apunta la encuesta Estadísticas del Registro Civil, divulgada este miércoles por el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística).

Además de las causas comunes que ocurren en los procesos de separaciones como: traición, agresión física y verbal, pérdida de interés sexual, alcoholismo, abandono, hoy vemos que las personas tienen más coraje para desligarse de sus parejas, por el hecho de constatar que no y si, cada uno tiene sus propios intereses, muchas veces perdiendo hasta el eslabón que mantienen la comunicación entre la pareja. Evaluar cómo está el matrimonio y constatar que no hay más lazos de amor, respeto, o incluso de intereses, es el primer paso para pensar en la separación real. Como nuestra cultura viene cambiando la visión sobre la separación, la mujer ya no carga el

estigma de ser separada

, lo posibilitó que aumentar el índice de nuevas bodas. Los recaídas (matrimonios en que al menos uno de los cónyuges era divorciado o viudo) totalizaron el 18,3% de las uniones, un crecimiento con relación al 2000 (11,7%), según el IBGE.