Con el fortalecimiento del culto al cuerpo magro, los trastornos alimentarios están apareciendo con una frecuencia alta y ha despertado la atención de los profesionales del área de la salud. En la

bulimia nerviosa la ingestión exacerbada de comida en un corto período de tiempo es una de las señales que llaman la atención, siendo que cada vez que una persona se descontrola, ingiere cerca de 2.000 a 5.000 calorías por episodio, siempre acompañado por la sensación de completa pérdida de control, con sentimientos de culpa y vergüenza. Podemos afirmar que en la gran mayoría de las veces estos episodios vienen acompañados de métodos compensatorios de purga como: vómitos auto inducidos, uso de laxantes o diuréticos, enemas, ejercicios físicos extenuantes y ayunos prolongados.

Varios factores pueden disparar un episodio de voracidad como éste, pero uno que nos llama la atención son los

períodos de ayuno prolongados o dieta muy restrictiva, lo que genera la pérdida de control, y normalmente los familiares no tienen la percepción de lo que está ocurriendo. A continuación se enumeran algunos comportamientos que llevan a

detectar la bulimia :Humor depresivo;

  • Preocupación excesiva con el peso y el cuerpo;
  • Comer en exceso cuando se siente angustiado;
  • Dieta restrictiva seguida de episodios de compulsión;
  • Tener compulsiones con alimentos calóricos y dulces;
  • Sentir y expresar culpa o vergüenza por su compulsión;
  • Uso de laxantes y vómitos para control del peso;
  • Después de las comidas, usar el baño para sus vómitos secretos;
  • Mantener en secreto esos vómitos y las compulsiones;
  • Planear las compulsiones y las oportunidades para la realización;
  • Sensación de pérdida de control y desaparición después de la comida.
  • El ciclo de comer e intentar compensar con los vómitos auto inducidos, con el uso de laxantes, diuréticos o la práctica de ejercicios extenuantes, se vuelve una rutina que no trae resultados interesantes, llevando a las personas que utilizan esos recursos a sentirse frustradas, humilladas y, con ello, acaban reasumiendo todo el ciclo nuevamente.

La bulimia se caracteriza tanto por la ingestión exagerada de alimentos, como períodos de restricción (el famoso ayuno prolongado), este último siendo desencadenante y mantenedor de episodios de voracidad, y generalmente pueden ser alimentos ricos en grasas y carbohidratos.

Otro aspecto importante es la voracidad que presenta en sus relaciones interpersonales, por la necesidad que sienten de tener afecto, atención, cariño. Pero, en otros momentos, prefieren el distanciamiento, que muestra la misma dinámica del comer y vomitar .

Importante aclarar que esta enfermedad también puede llevar a la muerte. Aunque el porcentaje es bajo, varias situaciones están involucradas en este proceso, como el suicidio, la neumonía combinada con problemas cardíacos, la reacción hipertensiva resultante de la ingestión de medicamentos y el peso corporal. Pero el cambio de hábitos alimenticios está presente en la bulimia y uno de los signos más visibles son los frecuentes en el baño. Los padres deben estar atentos a los hábitos alimentarios de los hijos y al comportamiento post-comida.Después de desconfiar que su hija puede estar con esta enfermedad, el recurso es buscar profesionales especializados para la atención. Siempre es importante cuidar de esas situaciones, pues muchos padres no creen que sus hijos pueden estar enfermos o incluso desprecian las señales en el intento de no encarar la situación.

Un equipo de profesionales especializados puede auxiliar en este proceso, como el psicólogo que irá junto con el paciente a trabajar la imagen corporal, y los desencadenantes que la llevaron a utilizar la bulimia como recurso para la pérdida de peso; el psiquiatra que va a medicar de acuerdo con el historial y quejas presentadas; el nutricionista que prescribirá una dieta equilibrada y adecuada para cada caso.