Tener una alimentación balanceada es uno de los secretos para prevenir y tratar muchas enfermedades. Pero si se incluyen alimentos que poseen componentes activos poderosos, es posible potenciar ese efecto protector.
Es el caso de los alimentos funcionales, que además de las funciones nutricionales básicas, ejercen funciones que colaboran para mejorar el metabolismo y prevenir problemas de salud. Estos alimentos no actúan como remedios curando enfermedades, pero son capaces de prevenir o reducir el riesgo de la aparición de algunas de ellas. Si alguna enfermedad puede surgir, los alimentos funcionales no curarán, sólo actúen para fortalecer el organismo.
El efecto terapéutico de estos alimentos en el organismo incluye también alteración en la composición de grasas corporales, regulación de la coagulación de la sangre, estabilización de funciones psicológicas, reducción en la absorción del colesterol, influencia en las actividades digestivas, intestinales, entre otras. Los estudios han investigado la acción de los alimentos funcionales sobre las enfermedades cardiovasculares, intestinales, inflamatorias, cáncer, hipertensión, diabetes, reumatismo, enfermedad de Alzheimer, entre otras.
Sabiendo de todas estas ventajas, queda claro que el consumo de alimentos de este grupo es extremadamente aconsejable y hace muy bien para la salud. Sin embargo, para aprovechar los beneficios de los alimentos funcionales, lo ideal es que sean ingeridos regularmente y formen parte de una dieta equilibrada.
Gran parte de los componentes activos que protegen la salud están presentes en los vegetales, frutas y cereales integrales, que deben ser consumidos preferentemente en su forma natural. Algunos ejemplos de alimentos funcionales son: arroz, soja, trigo, maíz, ajo, aceite de oliva, nueces, sésamo, linaza y miel.
Otra sugerencia para adherirse a la alimentación funcional es sustituir en parte el consumo de carne de vaca, embutidos y otros productos a base de carne roja por peces ricos en omega-3 o por la soja y sus derivados, que son ricos en isoflavonas, compuestos que ayudan a reducir el colesterol malo.
En el caso de alimentos funcionales industrializados que unen ventajas de diversos alimentos diferentes, como la leche aditivada de omega-3 o yogures con funciones de control intestinal, hay que estar atenta y buscar si el producto ha demostrado su eficacia comprobada por investigaciones serias.
Seleccionamos algunos ejemplos de componentes presentes en los alimentos funcionales, qué hacen y dónde se pueden encontrar para que usted pueda elegir cuál de ellos incluir en la dieta.
Betacaroteno
Cuando ingerimos grasas y proteínas, el betacaroteno se convierte en vitamina A y protege las células del envejecimiento. También ayuda a disminuir el riesgo de cáncer. El betacaroteno se puede encontrar en la zanahoria, la papaya, la calabaza, el mango, el albarico, la espinaca y la col.
Isoflavonas
Su estructura química es similar a la hormona femenina (estrógeno), por lo que ayuda a aliviar los síntomas de la menopausia y la TPM. La soja y sus derivados son fuentes riquísimas de isoflavonas.
Flavonoides
Jugo natural de uva y vino tinto, café, té verde, chocolate y propóleos son ejemplos de alimentos que disminuyen el riesgo de cáncer y actúan como antiinflamatorios. Otra acción de los flavonoides es anular la dioxina, sustancia altamente tóxica usada en agrotóxicos.
Omega-3
Disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares, reduce los niveles de triglicéridos y controla el colesterol total de la sangre, sin acumularlo en los vasos sanguíneos del corazón. El omega-3 está presente en los peces de agua fría, como el salmón y la trucha, y el aceite de pescado.
Licopeno
Evita y repara el daño de los radicales libres que alteran el ADN de las células y causan el cáncer. La remolacha, el chile, los tomates y los derivados son las principales fuentes de licopeno.
Probióticos