En Brasil, consumir alimentos fritos es muy común, pero es importante tener una cierta cautela al someter la comida a ese proceso. Al freír el alimento, es posible que parte de los nutrientes sea perdida debido a las innumerables reacciones químicas que sufre o que su estructura sea alterada.
Normalmente, los aceites usados en la cocina, como el aceite de soja, de canola y de girasol, contienen omega 3 y 6, que son grasas benéficas para nuestro organismo. Sin embargo, cuando estos aceites se sobrecalentan a temperaturas extremadamente altas, ocurre una pérdida de estas ômegas.
Evite calentar el aceite demasiado, nunca dejándolo llegar al punto que hace humo. El humo es tóxico, además de ensuciar su cocina y la temperatura que hace que el aceite tenga humo es aquella que también destruye las ômegas de los aceites de cocina.
Otra sugerencia para que el aceite de cocina no se convierta en un villano para su salud es que usted debe siempre utilizar aceite nuevo, sin reaprovechar aquel que ya fue usado otras veces, especialmente si fue sometido a temperaturas demasiado altas. Cuando el aceite es reaprovechado, puede liberar la grasa trans - la que no es bien venida en el organismo - y está presente en alimentos como pan, salchichas, galletas, helados entre otros alimentos. Si usted no puede deshacerse del hábito de freír los alimentos para su consumo, trate de sustituir la salchicha o el bacon por verduras fritos, haciendo que la ingestión de grasas menos perjudicial. Se aconseja también practicar ejercicios físicos una vez que la ingestión de aceites ocurre con frecuencia en su dieta. En cuanto al aceite usado, lo ideal es descartarlo de la manera correcta o reutilizarlo para otro fin que no comprometa su salud ni su seguridad.