La leche es el primer alimento con el que tenemos contacto, inmediatamente después del nacimiento. La amamantación se considera fundamental para el desarrollo del bebé, y hay varias campañas alentando a las madres a amamantar a sus hijos tanto tiempo como sea posible. Como la leche materna es un alimento completo, ayuda a prevenir enfermedades y permite que el niño mantenga altos los niveles de defensa de su organismo. Pero, como crece, es posible que un individuo desarrolle cierta intolerancia a la lactosa, o incluso deje de apreciar el sabor, lo que hace que muchas personas disminuyan o simplemente corten el consumo de leche. Dada su importancia para la salud humana, vale hacer un esfuerzo para que eso no suceda. En la mayoría de los casos basta con hacer un cambio en el tipo de leche consumida.
UHT es la sigla en inglés para el proceso al que la leche se somete durante su industrialización. En este proceso la leche se calienta a altas temperaturas y luego se enfría, para que ocurra la destrucción de cualquier microorganismos que puedan ser perjudiciales para la salud.
En el estante del supermercado las opciones van desde lo básico integral a sofisticados compuestos lácteos que prometen más vitaminas, más calcio o más hierro. Además hay también los procedentes de animales como la cabra y aquellos obtenidos a partir de cereales como la soja o el arroz. Para no errar a la hora de elegir, se atenta a las siguientes características:
Quien está tratando de adelgazar debe evitar la leche integral, ya que este es el tipo que tiene mayor tasa de grasa en su composición, cerca del 3%. Los semi-desnatados tienen una tasa de 2,9 a 0,6% de grasa, mientras que los desnatados sólo el 0,5%.
La leche de soja es una buena alternativa para quienes sufren de intolerancia a la lactosa ya que, por no ser de origen animal, no posee esa sustancia. Además, otras ventajas de esta opción son su sabor diferenciado y su promesa de salud redoblada, una vez que la soja se ha convertido en la querida de los nutricionistas por tener un efecto benéfico en el combate a una infinidad de enfermedades. La única desventaja es que la leche de soja, así como la integral, también presenta niveles altos de grasa, lo que lo convierte en una alternativa a ser desconsiderada por quien está en algún tipo de dieta de adelgazamiento.
Además de estos tipos, hay todavía los enriquecidos con Omega 3 - que garantiza beneficios al corazón, los que llevan vitaminas y minerales adicionales en su fórmula y aún los provenientes de otras fuentes naturales, como la leche de almendra o incluso la leche de arroz.
Elegir correctamente el tipo de leche a consumir es esencial para que este alimento esté siempre presente en el menú, garantizando así un organismo más sano y protegido.