¿Sabes cuando te despiertas y no te gusta lo que ves en el espejo? El pelo no se arregla, la piel no está muy bien, la ropa no sirve derecho ...

Tiene días en que es difícil mantener la autoestima allá arriba, la gente lo sabe. Sin embargo, necesitamos admitir: muchas veces, acabamos hacemos un drama innecesario, ¿no es verdad?

Por supuesto, a nadie le gusta aspar el esmalte o percibir que tiene una espina, pero cuando miramos a nuestro alrededor, podemos percibir que a veces nuestros problemas son muy pequeños.

Y eso sucede principalmente cuando nos encontramos con historias como la de Amanda Carvalho, una mujer de 19 años que tuvo el 57% de su cuerpo quemado al intentar salvar a la propia madre del fuego - que había sido atado por el padre.

Un crimen bárbaro y una actitud heroica

Los padres de Amanda fueron casados ​​por más de 20 años. Su padre siempre había sido muy celoso y agresivo, habiendo golpeado a su madre muchas veces. Hasta que, en 2014, finalmente se separaron.

En la mañana del 9 de diciembre de ese año, Amanda estaba conversando con su madre cuando su padre invadió la casa y encendió la ex mujer. Al ver a la madre en medio de las llamadas, Amanda intentó sacarla de allí desesperadamente. Con eso, la gasolina que su padre había jugado la golpeó también.

Amanda relata que corrió hacia el baño y no se acuerda de nada más. Con el 57% del cuerpo quemado, ella permaneció un mes en la UCI y otros dos meses en la habitación del hospital. Su madre, por desgracia, no resistió las quemaduras en el 80% del cuerpo. Su padre se ahorcó.

Orientadas por el equipo médico, las tres hermanas de Amanda decían apenas que su madre estaba internada en estado muy grave, hasta el día en que la verdad fue revelada. Amanda, sin embargo, cuenta que siempre supo lo que había sucedido, pero quisiera que alguien le confirmara.

Culpa y vergüenza

Las marcas del fuego traían recuerdos muy tristes para Amanda, pero ella cuenta que todo era aún peor porque su madre había fallecido. Amanda inició un tratamiento en un centro especializado en quemados con el objetivo de recuperar su piel, y poco a poco ella retomó sus actividades del día a día. Sin embargo, ella se sentía culpable por lo que había sucedido, pensando que podría haber hecho algo más para salvar a su madre. Con el acompañamiento psicológico, sin embargo, Amanda fue percibiendo que nada de eso era culpa de ella - incluso, las cicatrices probaban que ella había luchado bravamente y hecho todo lo que podía.

Estas marcas de quemadura, sin embargo, eran fuente de gran vergüenza para Amanda. Ella evitaba pasar frente a espejos y no usaba camisetas de manga corta. Para no atraer miradas y no alentar a las personas a hacer preguntas, Amanda evitaba hacer contacto visual y llegaba a fingir que era sorda.

La aceptación por medio de la fotografía

Después de mucho sufrimiento, Amanda se dio cuenta de que dejar de amarse era perjudicial sólo para sí misma. Esta actitud no afectaba a nadie más. Por eso, ella comenzó a salir de casa más confiada, usando ropas más cortas, y pasó a enfrentar el espejo todos los días, hasta aceptar su cuerpo.

Amanda cuenta que, un día, vio un ensayo de desnudo artístico que una de sus profesoras del cursillo había hecho. Ella conversó con la maestra, que la puso en contacto con el fotógrafo.

Él se interesó por la historia de Amanda y quiso fotografiarla. Al ver sus fotos listas, Amanda se emocionó y pasó horas mirando a ellas. Otros ensayos se siguieron a éste y, de esa forma, la fotografía se convirtió en parte del proceso de autoacetación.

Amanda decidió publicar sus fotos en el Instagram y, con el paso del tiempo, comenzó a recibir mensajes de otras niñas, que hablaban sobre la aceptación del propio cuerpo. Con eso, Amanda logró transformar la vergüenza de sus cicatrices en orgullo y amor.

El trauma por el cual Amanda pasó fue muy doloroso y ella misma dice creer que nunca va a aceptar lo que pasó. Pero ella consiguió volver a amar su propio cuerpo y transformó sus cicatrices en un escudo. Una lección de autoestima y auto-aceptación que podemos llevar a toda la vida.