Está llegando el frío, y en esa época sentimos la necesidad de comer alimentos más pesados, pero también más calóricos. Acabamos aprovechando de ese momento para comer más, y las ropas acaban escondiendo el cuerpo y muchas personas se relajan pensando que después buscar una forma de perder ese peso acumulado.
Percibo que lo que pasa es que la comida aquí entra como forma de consuelo, para calentarse, para calentarse como una leche caliente, las sopas, pero también el alma, con los capuccinos, el famoso fondue, las pizzas. ¿Será que necesitamosaumentar la ingesta calórica en el invierno
? Veo que seguimos al mismo ritmo, o hasta puede ser que desaceleramos, pero de cualquier forma, nos vamos a mover y de esta forma quemamos grasa. Pasar por la estación más fría del año nos remite mucho la reflexión, nos quedamos más introspectivos, nos gusta quedarnos acostados en el sofá bajo una cubierta, una película deliciosa, y podemos parar para pensar si tampoco nos quedamos más ociosos, podemos sentirnos solitarios y, la comida viene de forma perfecta a llenar ese momento.Es de fundamental importancia pensar que el invierno se va, y después como las fiestas de fin de año, matrimonio, pascua, el momento pasa, y lo que se comió queda, en forma de grasa en el cuerpo, trayendo junto la insatisfacción cuando nos miramos en el espejo, o volvemos a usar las ropas que quedaron en el armario.
Podemos continuar comportándonos de manera magra en ese período, eligiendo alimentos saludables y buscando orientación en la nutricionista, que es el profesional habilitado para ayudarnos en esos cambios que interfieren en nuestro organismo.
Si paramos para reflexionar vamos a llegar a la conclusión de que necesitamos cuidar de lo que comemos todo el tiempo, claro que también podemos ingerir
alimentos que nos traen satisfacción
, tanto en el invierno y en el verano, pero siempre de forma fraccionada, cuidando lo que ingerimos en el todo. Cargamos el peso de lo que ingerimos, afectando nuestra autoestima, trayendo nuevamente la sensación de impotencia en función de nuestro descontrol, o mejor, de nuestra falta de cuidados con nosotros mismos.Y el ciclo del
efecto sanfona
nuevamente entra en escena, tenemos que buscar una forma asertiva de perder lo que ganamos con nuestras gulodices, y no siempre ese camino de vuelta es rápido y fácil. La búsqueda por la academia para quien dejó de marear en ese período se reanuda, y la pereza, la protección, todo nos remite a quedarse estancados, pero tenemos que escoger un camino. Los profesionales que trabajan en esa área nuevamente son requeridos, y junto a los nuevos pacientes, llega la urgencia en perder peso, como si mágicamente todo pudiera cambiar de forma rápida. Desafortunadamente quemar calorías no es un proceso rápido, o incluso no todas las personas responden con la misma facilidad de otras, pues cada metabolismo funciona de una forma individual.
Entra en ese momento la paciencia y la comprensión de que lo ideal es que se recomience todo el proceso, de forma gradual, donde retomamos los comportamientos magros, escogiendo ahora los alimentos adecuados, la práctica de actividad física que agrada, que es placentera, de poder cuidar de las emociones que a menudo nos llevan a comportamientos de autosuficiencia.