Época de descubrimiento, la adolescencia viene marcada por varios cambios tanto corporales y comportamentales, un ensayo para la llegada de la vida adulta.
Este proceso de cambio puede ser encarado de varias maneras por los adolescentes y también para la familia, pues traen alteraciones de humor, novedades acerca de lo que va a suceder con el cuerpo, y dificultades tanto en la escuela y enfrentadas en situaciones donde serán confrontados con las personas expectativas en relación al comportamiento.
Comienza el bullying, algo extremadamente nocivo en ese momento tan delicado de transformación, y no siempre están preparados para lidiar con tranquilidad, de hecho en la gran mayoría de las veces dejan huellas profundas en esos jóvenes.
Con tantos cambios que suceden, necesitan adecuarse, y el culto por el cuerpo magro y hermoso entra en juego, la imagen predicada por los medios. No tiene como escapar, fotos en revistas, imágenes en la televisión y computadoras traen a la luz lo que la sociedad espera como sinónimo de belleza y salud. Los cobros empiezan a suceder, sean de los compañeros de clase, de los familiares, o incluso de sí mismos acerca de lo que cree bacana.
Es difícil no sentirse obligados cuando el cuerpo huye del patrón delgado, y aún inseguros con todos los cambios que vendrán, empiezan a correr contra el deseo de comer y restringir la alimentación, de forma equivocada, ya menudo las técnicas ineficaces que llevan a los trastornos alimentarios.
Ya tenemos varias formas de trastornos alimenticios, que van desde la anorexia, bulimia, compulsión, ortorexia, diabulima, entre otros, asustando a padres y escuelas, que no saben mucho cómo lidiar con esas enfermedades.
Pero vamos a citar aquí la restricción alimentaria en adolescentes, siendo un comportamiento común que ya viene siendo utilizado hace muchos años, ya sea por modelos, por personas comunes que no dando cuenta de comer correctamente parten para el comportamiento restrictivo, muchas veces ayunando como hace las cosas anoréxicas en busca de adelgazamiento rápido.
Incluso con las informaciones rodando por los medios diversos, aún hoy llegan personas para ser atendidas que utilizan esa práctica, aun sabiendo del efecto ineficaz del método, pues es lógico que no logran mantener el cuerpo sin o con poco alimento por mucho tiempo, y acaban resbalando en función de la compulsión que la restricción llevará.
Este proceso todo empieza a generar en los jóvenes una insatisfacción muy grande, además de la sensación de derrota por no conseguir mantenerse comiendo poco, afectando directamente la autoestima en ese momento de vida tan delicado que es adolescencia.
Los padres deben estar atentos a estos comportamientos de los hijos, poniéndose a disposición para ayudarles a pensar en cómo manejar este proceso. Una forma asertiva de lidiar con esta situación es buscar un profesional de salud que pueda orientarlos en busca de una alimentación equilibrada, minimizando mucho los riesgos del desarrollo de un trastorno alimentario más severo como la anorexia nerviosa.
Como la autoimagen está en juego, principalmente en ese proceso de cambio corporal, la terapia va a auxiliar de forma a fortalecer al adolescente acerca de sí mismo, de las formas de su cuerpo, y motivarlo para cuidar, eligiendo medios sanos de mantener el peso sin agredirse a sí mismo.