Por lo tanto, cualquier herida en la vulva que tarda más de un mes para cicatrizar debe ser investigada. Otros síntomas del cáncer de vulva son la picazón en la región íntima por un largo período y que puede estar asociada o no con ardor y dolor en las relaciones sexuales.

Quien ha tenido contacto con el virus del VPH tiene mayor probabilidad de desarrollar este tipo de cáncer. Deja la vergüenza de lado y nada de esperar, busca a tu ginecólogo cuanto antes.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico del cáncer de vulva se puede realizar a través del examen ginecológico periódico. Las lesiones causadas por la enfermedad pueden ser identificadas a simple vista o por medio del colposcopio (aparato que aumenta la imagen).

Otra forma de detectar este tipo de cáncer es a través del test de Collins, en el cual las lesiones sospechosas reciben un colorante (azul de toluidina) y luego un removedor (ácido acético). En los lugares que permanecen coloreados, se realiza una biopsia.

El tratamiento del cáncer de vulva es quirúrgico e involucra dos lugares: la vulva y la región inguinal (ingle). Las encías de la ingle (ganglios linfáticos) funcionan como filtros de defensa que impiden que el tumor pase a otros lugares. Pero son afectados por el cáncer, deben ser retirados. El procedimiento de retirada depende mucho del tamaño del tumor y, si la enfermedad está en la fase inicial, mejor será el resultado.

Vida sexual después del cáncer de vulva

Un gran mito sobre el cáncer de vulva es que después del tratamiento, la mujer ya no puede tener relaciones sexuales. La vulva es sólo la entrada de la vagina, que se queda intacta después de la cirugía. Es posible que la sensación durante la relación sexual se modifique después del tratamiento de la enfermedad, pero la mujer puede mantenerse sexualmente activa e incluso puede sentir placer.