Todos creían que se trataba de un príncipe. Siempre gentil, abría la puerta del coche, daba regalos con frecuencia, era hermoso, galanteador y hablaba yo te amo con tanta frecuencia que incluso la más desconfiada de las mujeres creería. Un día el príncipe se fue, sin muchas explicaciones dijo que la relación estaba desgastada y que a pesar de todo amor necesitaba irse. En realidad ya había encontrado una "nueva princesa". Él se casó, tuvo hijos y es muy probable que ni se acuerda que un día dejó un castillo en ruinas causado por la infinita tristeza del abandono.
Por mucho tiempo el castillo sacudido y solitario vivió las sombras de la indignación y la revuelta, nadie puede imaginar cuánto sufrió.
La princesa sólo logró seguir su vida cuando percibió que la culpa por su sufrimiento era exclusivamente suya. Sí. Nosotros somos responsables de nuestros sufrimientos y de permitir que la gente entre en nuestras vidas y hagan lo que quieran. Sólo olvidamos que somos la única persona que tiene la llave de la puerta y que podemos controlar la entrada y salida. Pero entonces, ¿cómo sabemos quién es príncipe y quién es sapo y cómo controlamos la "ordenanza" de nuestra vida? Fácil, los príncipes no existen, con excepción es claro de los dibujos, películas y novelas. El resto es farsa. Desgraciadamente crecemos con la falsa idea de que alguien nos salvará y de que seremos felices para siempre. El resultado es que creamos demasiadas expectativas en nuestras relaciones y principalmente en la otra persona. No podemos comportarnos como si fuésemos princesas la espera de salvación, primero porque princesas tampoco existen y segundo porque no podemos depender de alguien para salvarnos o para ser felices.
Otra cuestión es el "fueron felices para siempre". ¿Por qué una relación sólo funciona si dura para siempre? ¿No funcionó si duró 1 día, 1 semana, 1 año? ¿Ustedes no fueron felices por ese cierto tiempo? ¿Por qué lamentamos la pérdida en lugar de celebrar la felicidad que experimentamos? ¿Por qué no respetamos la decisión del otro en no querer más nuestra compañía? Alias, ¿sabe aquel falso príncipe del inicio de la historia, el mal carácter? Él no es tan malo como parece, tiene una historia de abandonos desde el niño lo que generó una necesidad de atención mucho mayor de lo que la pobre princesa podía dar, por eso no podemos culparlo, pues en aquel momento él necesitaba algo que no podía dar. Por lo tanto, podemos decir que estar juntos en una relación es caminar en la misma dirección, con el mismo objetivo, cuando uno o los dos sienten necesidad de cambiar de camino, existe la posibilidad del fin de la relación. Imaginen a una mujer a los 15, 20, 30 años y ver que somos seres en constante evolución, nuestros deseos cambian y la persona que está a nuestro lado también. En cuanto a la princesa, ella dejó de ser princesa y por consiguiente no quiso encontrar otro príncipe, se casó con un hombre normal, con todos sus defectos y por supuesto cualidades. Pero antes de todo, aprendió a ser feliz sola y pasó a creer en el amor sin cobranzas, sin cadenas y sufrimientos. Terminó la universidad, fue promovida en el empleo, compró su casa, se independizó. Un día salió con alguien sin pretensiones, no sintió aquel frío en la barriga, ni vio estrellas y corazones caer, pero allí de la mano pueden sentir la seguridad y confianza de un hombre común. No podemos decir que serán felices para siempre, pero podemos afirmar que hoy son, y eso es lo que importa.