Usted ya está pensando que va a comer más en las fiestas de fin de año o, entonces, está preocupado porque las vacaciones se acercan y usted piensa que está por encima del peso para usar un bikini.
En esas horas en que quisiéramos adelgazar - de preferencia bien rapidito -, es muy común que nos sentimos tentados a encarar una dieta "milagrosa". El problema es que todo ese "milagro" en realidad significa una serie de restricciones. Dieta del jugo, dieta de la luna, dieta seca-vientre ... Al final, todas esas dietas son muy restrictivas, dejando a su organismo carente de nutrientes y calorías.
Puede ser que usted pierda algunos kilos en la primera semana, pero usted ya sabe lo que va a suceder después: es imposible seguir una dieta tan de largo, y usted terminará engordando todo de nuevo. Compruebe 8 motivos por los que no vale la pena embarcarse en esas dietas:
1. Dietas restrictivas no funcionan
¿Quiere motivo mejor que ese? La ciencia ya ha comprobado que las dietas restrictivas no adelantan nada. Usted puede incluso perder algunos kilos rápidamente, pero es muy probable que se recupere todos ellos en hasta cinco años. El tiempo y el esfuerzo dedicados a una dieta restrictiva no compensan.
2. Ellos terminan con su autoconfianza
¿Qué crees que va a suceder si pasas mucho tiempo haciendo una dieta que prohíbe todo? Es muy probable que usted "caiga en la tentación" y "pegue" su dieta. A continuación, usted se sentirá como si hubiera fallado y no tuviera la menor fuerza de voluntad, jugando su autoconfianza allá abajo. A seguir una dieta restrictiva es colocar expectativas irreales sobre ti misma. Usted es una persona, no una máquina! 3. Estas dietas causan sensación de culpa
Al clasificar los alimentos como "buenos", "malos", "basura", etc., usted está promoviendo un juicio de la alimentación. Sin embargo, sus hábitos alimenticios no reflejan su valor como persona, y usted no debe sentirse culpable o disminuido por lo que come - principalmente si fue una excepción.
4. Ellos afectan negativamente su pérdida de peso
El efecto sanfona y la restricción calórica pueden dejar su metabolismo más lento, dificultando su pérdida de peso a largo plazo. Cuando dejamos de suministrar suficiente combustible para nuestro cuerpo, comenzará a almacenar energía para garantizar sus funciones vitales. Es decir, no va a contribuir a su adelgazamiento.
5. Usted siente hambre todo el tiempo
Las dietas restrictivas nos dejan con hambre permanentemente por dos motivos. El primero, obviamente, es porque no estamos comiendo lo suficiente, dificultando el funcionamiento del organismo.
El segundo motivo es que, al restringir las calorías, tenemos un aumento en los niveles de la grelina, la hormona que hace que nuestro estómago se repueve de hambre. Cuando entra en ese estado, es muy difícil agarrarse para no salir comiendo todo lo que encontramos por delante.
6. Dietas restrictivas consumen tiempo y son caras
Imagine una dieta en la que usted no pueda comer gluten, lactosa, azúcar, sal, raíces, cereales, carnes y más un montón de cosas. Además, todo debe ser precisamente pesado en una balanza.
No es exactamente fácil encontrar alimentos que atiendan a todas las restricciones de una dieta así. En consecuencia, usted terminará con una larga lista de compras cuyos elementos se encuentran sólo en las tiendas específicas y caras.
Eso sin hablar de que vas a pasar mucho tiempo preparando tus comidas, pues hay que pesar y fraccionar todo, dejándote un tanto obsesivo con lo que comes. Después de unos días, todo ese empeño deja de ser sostenible, pues él no va a encajar en su rutina y va a acabar pesando mucho en el bolsillo.
7. Usted se condiciona a ignorar su cuerpo
Cuando seguimos una dieta restrictiva, dejamos de oír lo que nuestro cuerpo está tratando de decirnos. Todo bien que atender a los pedidos diarios por un brigadier puede no ser una buena idea, pero hay que tener cuidado para no dejar sus necesidades orgánicas a un lado.
Prestar atención a las señales de su cuerpo y tratar con ellos de forma más consciente son formas de entender cómo funciona su organismo, haciendo más fácil la tarea de tomar decisiones saludables en la alimentación.
8. La alimentación debe ser placentera
La comida forma parte de la identidad del ser humano y de nuestra organización en sociedad. Cuando transformamos los alimentos en una simple cantidad de calorías o puntos, acabamos perdiendo la noción de que las comidas deben ser apreciadas.
La mejor forma de encarar el adelgazamiento es dejar el peso en segundo lugar y concentrarse más en comer para satisfacer necesidades orgánicas y hacer elecciones saludables. Las dietas locas no funcionan, pero la reeducación alimentar sí. Por eso, si usted desea (o necesita) adelgazar, es siempre más indicado tener el acompañamiento de una nutricionista.