La radiofrecuencia surge como una alternativa a cirugías y tratamientos invasivos que necesitan de anestesia, siendo que su objetivo es provocar reacciones fisiológicas a través del aumento de la temperatura del tejido superficial con la utilización de un aplicador de energía por una corriente eléctrica de alta frecuencia.
Mientras la superficie de la piel se mantiene calentada entre 40ºC y 43ºC, las capas más profundas se resfrian y ocurre entonces, la contracción del colágeno y éste, a su vez, resulta en la producción del neocolágeno, dando apariencia mejor a la piel del local tratado. Las sensaciones provocadas durante la aplicación son de frío, calor y frío de nuevo a continuación, cada sesión puede durar entre pocos minutos hasta una hora.
Esta técnica es indolora, no agrede ni provoca irritaciones en la piel, pudiendo ser aplicada en cualquier tipo de piel y en cualquier época del año. Se puede utilizar aisladamente o asociadamente para el tratamiento de flacidez de la piel de la cara o cuello, arrugas periorbitales y frontales, celulitis, secuelas de acné, fibrosis, adherencias y para elevación de las cejas.
Después del tratamiento, se recomienda el uso de filtro solar y se puede volver a las actividades normales inmediatamente después.
Por ser un tratamiento gradual, hay un intervalo de 2 a 6 meses necesario para la producción del neocolágeno y la aparición de los resultados. Se considera que una sesión ya devuelve buenos resultados, pero pueden ser hechas más dependiendo de cada caso. Es posible que sean necesarias más sesiones después de algunos años debido al envejecimiento natural de la piel.