La pielonefritis es una infección urinaria grave que puede alcanzar uno o ambos riñones. En los casos más comunes, es causada por la penetración y el ascenso de gérmenes y bacterias provenientes de la vejiga hasta el riñón, pero también puede ocurrir cuando la bacteria está localizada en alguna otra parte del cuerpo y viaja a través del torrente sanguíneo hasta que se aloja en los riñones.
Se trata de una infección que puede afectar a cualquier persona de cualquier edad o sexo, pero factores anatómicos hacen que las mujeres sean más susceptibles, así como ancianos con problemas en la próstata.
No es una infección contagiosa, pero cuando no es bien tratada y eliminada, puede evolucionar a una condición crónica que lleva meses o hasta años para ser tratada, causando cicatrices, pérdida de la función renal y cuadros más graves.
¿Cuáles son los síntomas? Los síntomas pueden aparecer de repente, en forma aguda o progresivamente en la forma crónica, y los signos más comunes son dolores intermitentes de cólico renal, malestar, fiebre alta, dolores en la región lumbar, náuseas, vómitos, orina oscurecida y fétida y síntomas típicos de infección urinaria o cistitis como voluntad constante de orinar, acompañada de dolores y ardencias, con muy poca cantidad de orina.
¿Cómo se realiza el diagnóstico? Una vez identificados los síntomas, el diagnóstico se realiza a través del análisis del historial clínico del paciente, además de exámenes de sangre y de orina que ayudan a identificar la presencia de la bacteria causante de la infección.
¿Cómo se da el tratamiento?
A partir del tipo de bacteria encontrada, se prescriben antibióticos que se deben administrar en el período entre 10 y 14 días aproximadamente. En la mayoría de los casos, la bacteria causadora se llama Escherichia coli, un tipo de bacteria frecuentemente encontrada en las heces.
Si los exámenes identifican como causa alguna obstrucción o mala formación del aparato urinario, puede haber la necesidad de cirugía para eliminar o corregir el problema.
Casos de pielonefritis crónica pueden resultar en hipertensión arterial de causa renal, síndrome nefrótico e insuficiencia renal, pudiendo existir la necesidad de realización de diálisis.
¿Cuáles son los factores de riesgo? Las mujeres son más susceptibles a desarrollar la infección debido a que la uretra femenina es más corta que la de los hombres, lo que facilita la llegada de la bacteria a la vejiga. Durante el embarazo, los riesgos de desarrollar la infección también aumentan.
Además, cualquier anomalía de formación o obstrucción de las vías urinarias causada por piedras, tumores, cálculos, extensores, problemas en la próstata, problemas nerviosos que impidan la contracción y el vaciamiento de la vejiga, reflujo, que hace que la orina regrese al uréter , diabetes mellitus mal controlada, higiene genital deficiente, vejiga neurogénica, retención de orina y enfermedades que disminuyen las defensas orgánicas también pueden favorecer la infección.
¿Cómo se evita?
Llevar una vida regada de hábitos saludables con una gran ingestión de líquidos durante el día, tratar adecuadamente cualquier tipo de infección y problemas urinarios, mantener buenos hábitos de higiene y no sostener la orina cuando se siente necesidad, son algunas de las medidas que pueden reducir las necesidades las posibilidades de contraer la infección.
Si usted identifica cualquiera de los síntomas citados, no haga automedicación, busque un especialista y siga sus recomendaciones. Tenga cuidado.