Tener buenos hábitos alimentarios es esencial para mantener la salud y la buena forma. Sin embargo, esto no significa sólo hacer una dieta y no tener una alimentación llena de restricciones. Pequeños cambios en las actitudes hacia la comida pueden hacer mucha diferencia a lo largo de la vida. El resultado puede ser sentido en la balanza, pero también en disposición y más energía para encarar el día a día. Comer frente a la TV, mientras conduce, caminando por la calle o en pie, significa que probablemente usted no está prestando mucha atención en lo que y cuánto está comiendo. Otro hábito alimenticio muy común es pasar el día bocando.

Si usted comete algunos de estos dos errores, corre el riesgo de acabar comiendo demasiado. Hacer pequeños aperitivos entre las comidas es una gran estrategia para no tener mucha hambre a la hora de las comidas principales. Pero atención: no vale pellizcar salchichas, galletas, frituras o acabar en los dulces y refrescos.

El secreto está en consumir alimentos nutritivos. Prefiera frutas, cereales, yogures, jugos o cualquier otro alimento de baja calorías y fáciles de consumir. Además, es necesario reservar unos minutos para la comida y no olvidarse de hacer una buena masticación.

Quien tiene una rutina agitada, generalmente no tiene mucho tiempo para cocinar y, por eso, acaba recurriendo a los alimentos semiprontos y congelados. Si este es su caso, no se siente culpable. Estos tipos de alimentos realmente pueden ser perjudiciales para la salud, ya que son fuentes de grasa, azúcar, sal y calorías en exceso.

Sin embargo, si no hay otra opción, la forma es ser elegante a la hora de elegir.

Compare las etiquetas. Compruebe la información contenida en los embalajes para encontrar las opciones más saludables. Prefiera los alimentos con más fibra, menos contenido de sal y bajas calorías.

Por fin, otra sugerencia para acabar de vez con los

hábitos alimentarios perjudiciales es evitar descontar rabia, tristeza o frustraciones en la comida. Puede ser reconfortante en el momento, pero el resultado de este comportamiento puede aparecer bien después, y en la balanza. Comer todo lo que esté por delante no va a resolver sus problemas. Por lo tanto, piense bien antes de abrir la nevera. Antes de atacar violentamente todas las golosinas posibles, pruebe otra estrategia. Salir de casa para dar un paseo, ver una película o conversar con un amigo son medidas más sanas.