Mantener una buena alimentación durante el embarazo es fundamental. Pero para que el bebé crezca fuerte y sano, los cuidados con la alimentación deben ser extendidos al período de lactancia.
Todo lo que la madre ingiere va al bebé a través de la leche. Por lo tanto, una alimentación sana y con los nutrientes necesarios ofrece beneficios tanto para la madre y para el niño.
Una de las preocupaciones de las mujeres después del parto es eliminar los kilitos más ganados en la gestación, y para ello, muchas acaban haciendo dietas locas que pueden perjudicar la salud. Lo ideal es que las nuevas mamás sigan una dieta bien elaborada y rica en alimentos que sean fuentes de proteínas, calcio y hierro.
Las frutas como naranja, melón, manzana, melocotón y ciruelas, las verduras, cereales y granos integrales tampoco pueden faltar en el menú de una alimentación correcta en la lactancia.
La leche y sus derivados también deben ser consumidos, pero sólo en las versiones magras, que son absorbidas más fácilmente por el organismo.
Para ayudar en la producción de la cantidad de leche necesaria para el niño, consuma de 8 a 12 vasos de agua al día.
El organismo del niño corresponde a la alimentación de la leche materna. Por eso, para evitar las molestias en el bebé como cólicos, falta de sueño, diarrea y gases constantemente, hay que evitar al máximo el consumo de alimentos ricos en cafeína como refrigerante, té, café y chocolate.
Modere también el consumo de alimentos con condimentos como pimienta, ajo y canela, leche de vaca, soja, huevos, frijoles, trigo, nueces y vegetales que causan trastornos gastrointestinales como la col, el brócoli, el maíz, la col y el pepino. El consumo de alcohol y nicotina también va a la leche materna, por lo que está totalmente prohibido durante esta fase.