¿Cómo enfrentar momentos de crisis de rebeldía sin quedar buscando entender cuál fue el momento en que erró en la creación y principalmente sin culpar? En el libro Padres Brillantes, Profesores Fascinantes, el psiquiatra y científico Augusto Cury analiza el papel de padres y profesores en la formación de jóvenes y cita algunos hábitos que diferencian a buenos padres de los padres brillantes. Mira cuáles son ellos y se convierten en padres brillantes de hijos inteligentes y felices.
Los buenos padres dan regalos, padres brillantes dan su propio ser.
Según el autor, ese es el primer hábito que diferencia a buenos padres de padres brillantes. Mientras los buenos se esfuerzan por llenar a los hijos de mimos y presentes intentando, en la medida de lo posible, satisfacer todas sus voluntades materiales, los padres brillantes van más allá y regalan a los hijos con algo que no se pierde ni se deteriora con el tiempo, que el dinero no compra y que en ningún momento será olvidado en una caja en la esquina de la habitación, donan su historia de vida compartiendo experiencias buenas y malas, lágrimas y sonrisas que contribuir con el desarrollo de la autoestima, la emoción y la capacidad de los hijos de lidiar con pérdidas y frustraciones.
Permitir que los hijos conozcan íntimamente a los padres, sus miedos y hasta sus debilidades es una manera de trabajar la emoción de los hijos y permitirse verse como el héroe que ellos idealizan y muchas veces se frustra, pero como un ser humano, iguales. A través del estímulo de la intimidad, se crea entre padres e hijos una relación de complicidad que hace que uno penetre y conozca el mundo del otro fortaleciendo vínculos y la admiración mutua.
Tan importante como hablar es ser coherente con las actitudes, pues hablar para los hijos de comprensión y tener actitudes agresivas, puede generar una gran confusión en su cabeza.
Los buenos padres nutren el cuerpo, los padres brillantes nutren la personalidad. De acuerdo con Cury, los buenos padres se preocupan en dar a los hijos una alimentación sana, en controlar hábitos de higiene y principalmente con la calidad de los estudios, como medio para obtener buenos empleos y condiciones financieras, ya los padres brillantes se preocupan por la salud inteligencia, higiene y salud psicológica de los hijos. Para él, alimentar la emoción y la inteligencia de los hijos es fundamental para desarrollar seguridad, coraje, espíritu de liderazgo, optimismo, superar miedos y prevenir conflictos.
Los hijos de los padres brillantes están dotados de postura crítica que les habilita a estar siempre listos para enfrentar el mundo y los conflictos por él impuestos con seguridad, fuerza y libertad de elección.
Buenos padres corrigen errores, padres brillantes enseñan a pensar.
Cury afirma que animar a los hijos a reflexionar sobre sus errores es mucho más eficiente que cualquier sermón o crítica, por más constructiva que sea. Los hijos ya conocen a los padres y cuando cometen errores, logran hasta imaginar las palabras que serán utilizadas por ellos a la hora de la bronca, lo que les hace que se cierren y crean una capa de resistencia para críticas y agresiones que, al final de las elecciones las cuentas, no surgen otro efecto si no la pena.
Los padres brillantes sorprenden a los hijos con creatividad y conquista primero el territorio de la emoción, lo que los hace conquistar la atención, el respeto y la admiración. Cada vez que el error se repite, la reacción debe ser diferente para que pueda analizar el propio error de una nueva manera. Cuando ellos están esperando una reacción agresiva, sorpréndelos con una actitud totalmente racional, así ellos percibir a los padres de una manera totalmente diferente, lo que hará que desarrollen la conciencia crítica, la habilidad de pensar antes de actuar, la fidelidad, la fidelidad, honestidad, responsabilidad y convertirse en cuestionadores.
En vez de apuntar los errores de sus hijos, pregunte sobre lo que creen del propio comportamiento. Los padres preparan a los hijos para los aplausos, padres brillantes preparan a los hijos para los fracasos.
Educar la sensibilidad preparando a los hijos para enfrentar sus derrotas, para Cury es más importante que prepararlos para el éxito.
Es obvio que el buen desempeño en los estudios, el éxito profesional y las buenas relaciones sociales son factores importantes en la vida de cualquier persona, pero además es importante preparar a los hijos para el fracaso que a menudo es más fácil de alcanzar, que el éxito. Cuando los hijos aprenden a enfrentar y superar las condiciones adversas, ahí sí están preparados para llegar con mérito en su objetivo. En caso contrario, puede ser vencido por la falta de paciencia, falta de persistencia, falta de ánimo y hasta por la falta de humildad para reconocer las propias fallas.
Reconocer las propias fallas y pedir disculpas a los hijos forman parte del proceso de creación y son gestos tan importantes como enseñarles a seguir adelante como medio para desarrollar la motivación, la osadía, la paciencia, la determinación, la capacidad de enfrentar y superar los desafíos y el esfuerzo para crear y aprovechar nuevas oportunidades.
Buenos padres conversan, padres brillantes dialogan como amigos.
Para que todos los hábitos citados anteriormente funcionen efectivamente, es necesario que haya el diálogo. Sólo así padres e hijos se conocerán íntimamente, pues el diálogo es la base para cualquier tipo de relación, sobre todo el de amistad. La autoridad el respeto también es conquistada a través del diálogo.
Cuanto más abierto sea el diálogo entre padres e hijos, mayores serán los lazos de confianza, por eso, dedique menos tiempo la TV e Internet e invierta en horas de conversaciones con los hijos. Hablan sobre la vida, sobre los problemas, sobre las relaciones, el comportamiento, el sexo, las drogas y el rock and roll, pero jamás confunda el diálogo con ser condenador. Exponga siempre su punto de vista, pero deje espacio para que sus hijos puedan exponer el suyo sin hacer ningún tipo de pre-juicio. Haciendo eso, usted tendrá con su hijo una relación de amistad y estará contribuyendo a desarrollar la solidaridad, el optimismo y el compañerismo.
Buenos padres dan información, padres brillantes cuentan historias. El ejemplo de los padres ejerce un impresionante efecto en la vida de los hijos, pero mientras los buenos dan información y datos, los padres brillantes, según Cury, involucra a los hijos abusando de la creatividad para contar historias y extraer de cosas simples lecciones que llevarán para toda la vida. Las historias de vida real tienen altos y bajos, pero el secreto es poner encantamiento en cada uno de estos pasajes, principalmente en las malas, transformando la dificultad y la ansiedad en fuentes de motivación.
Todos los hijos en algún momento de la vida pasan por presiones, rechazos y tristezas que los padres, por más que quieran, no pueden evitar, pero compartir experiencias es la mejor manera de hacerlos entender que para casi todo hay una solución.
Sea abierto con sus hijos, estimule sus sueños y asegure a un amigo para toda la vida contribuyendo al desarrollo de su creatividad, inventividad, raciocinio y con la habilidad de encontrar soluciones a problemas difíciles.
Los buenos padres dan oportunidades, los padres brillantes nunca desisten.
Todo lo que usted enseñó a sus hijos debe ser primero aprendido por usted. La persistencia es una de las materias en las que los padres brillantes se jactar. Ellos nunca desisten de educar, se esfuerzan al máximo para no ceder a chantajes y presiones y son firmes cuando necesitan definir e imponer límites, pero el principal es la habilidad de ejercitar la paciencia, después de todo, nadie dijo que educar sería una tarea fácil.
Se necesita inteligencia y pulso firme para hacer que los hijos se vuelven seres humanos de gran valor y por más que sean intolerantes y parezcan no haber aprendido nada, si usted plantó la semilla, tarde o temprano cosechará buenos frutos.
La dedicación y la insistencia en hacer siempre lo mejor para los hijos ayuda a desarrollar en ellos la motivación, la esperanza, la perseverancia y la determinación.
Recuerde siempre que la paciencia es una dádiva y que nada debe ser llevado al pie de la letra, pues independiente del perfil, todos los padres a su manera sólo quieren una cosa: la felicidad de los hijos.