Usted ciertamente ha escuchado hablar sobre el "Juego de la Ballena Azul", una serie de 50 desafíos que las personas desconocidas dan a adolescentes a través de las redes sociales y que termina con el suicidio del joven. En el principio, el juego no pasaba de un rumor en Rusia, pero algunas personas hicieron que se volviera real.

Por Internet, en aplicaciones como Facebook y WhatsApp, estas personas ordenan que los adolescentes participantes cumplan desafíos como cortar las manos, brazos y piernas, dibujar una ballena en el cuerpo con una hoja, despertar de madrugada para ver películas de terror y, finalmente, cometer suicidio.

En promedio, los jóvenes atraídos por el Juego de la Ballena-Azul tienen entre 12 y 14 años. Además de la natural inmadurez, otro motivo que dificulta mucho que los adolescentes interrumpan los desafíos son las constantes amenazas de los "curadores" del juego, que prometen incluso asesinar a la familia del joven. En Brasil, algunos casos de suicidio e intento de suicidio entre adolescentes han sido asociados al crecimiento de ese juego, lo que viene dejando a los padres muy preocupados por la posibilidad de que sus hijos sean víctimas de personas malintencionadas.

Compruebe algunos consejos para ayudar a su hijo a mantenerse alejado del Juego de la Ballena Azul y para protegerlo de las amenazas:

1. Tener una conversación franca y sin sermón

Aunque el tema es motivo de gran preocupación, debe ser tratado con serenidad. Una buena idea es empezar preguntando a su hijo si ha escuchado algo acerca del Juego de la Ballena Azul para introducir la conversación.

Evite dar sermones y censurar la conversación, pues eso puede hacer que el adolescente omita informaciones, algo como "si mis padres van a surtir, es mejor que me quede quieto sobre lo que le pasó a mi colega".

2. Tenga en mente: la culpa no es de Internet

Prohibir que el joven accede a las redes sociales no sólo le dejará revuelto, sino que también es una medida ineficaz. Usted puede incluso evitar que él entre en contacto con el Juego de la Ballena-Azul, pero él no estará preparado para enfrentar otras amenazas similares que pueden surgir durante la vida.

A pesar de ser una amenaza que empieza por Internet, las redes sociales son sólo el medio por donde el peligro viene, y no su verdadera causa. Por eso, la mejor salida es promover el diálogo y enseñar a su hijo a reconocer las amenazas para poder evitarlas.

3. A pesar de eso, monitoree el uso de las redes sociales

Aunque la Internet en sí no sea la fuente del problema, es claro que el uso de ese medio debe ser monitoreado por los padres. Es necesario saber qué sitios su hijo accede, en qué hora y durante cuánto tiempo.

Enseñe a su hijo sobre qué información debe o no compartir en Internet. El nombre completo, teléfono, dirección, escuela donde estudia, nombre y profesión de los padres, por ejemplo, no deben ser expuestas en redes sociales, pues pueden servir como arma en la mano de los "curadores" del juego.

Una sugerencia valiosa es acceder a las redes sociales de su hijo y buscar grupos relacionados con el juego. Si usted encuentra alguno, denuncie a la propia red social y lleve el caso hasta la policía.

4. Preste atención a cambios de comportamiento

Cambios como aislamiento repentino, soledad y apatía son señales de que algo no va bien. Aunque su hijo no esté participando en la Ballena Azul, estas manifestaciones pueden indicar algún trastorno emocional como la depresión.

Además, esté atento si su hijo insiste en usar ropa larga incluso en días de calor, ya que esto puede ser un intento de ocultar las marcas de las automutilaciones inducidas por el juego. Cortes en las manos, brazos y piernas son una señal de alerta muy fuerte y deben ser tratados con urgencia.

5. Muestre apertura para conversar sobre los problemas de él

Hacer bromas con el Juego de la Ballena-Azul, repetir prejuicios de que la depresión es cosa de quien no tiene qué hacer y gritar que "antiguamente esas cosas no existían" no ayudan a su hijo a se mantenga alejada de esas amenazas.

Para empeorar, el mensaje que va a entender es que no puede conversar sobre sus problemas con sus padres, pues va a intuir que podrá ser ridiculizado o incluso castigado por la familia. La adolescencia es un período muy difícil y, aun teniendo todas las necesidades como vivienda, salud y educación atendidas, todos estamos sujetos a enfrentar trastornos emocionales, principalmente en esa época de la vida.

6. Forme una red de protección

Es de la naturaleza de los adolescentes abrirse más con los amigos que con los padres. Por eso, es interesante formar una red de protección con los padres de los amigos más cercanos de su hijo, de forma que las familias puedan colaborar unas con otras en la prevención de esas amenazas.

La escuela también debe participar en esta red - tanto que varias sospechosas de participación del Juego de la Ballena-Azul han sido detectadas en el ambiente escolar, por los propios profesores. Entre en contacto con la escuela y verifique si hay alguna programación en relación a la prevención del suicidio, como debates y charlas.

7. Lleve el bullying en serio

Aún en el ambiente escolar, es importante chequear si su hijo no está involucrado en prácticas de bullying, ya sea como víctima o como practicante.

Tenga en mente que insultando, aislar, amenazar físicamente y ridiculizar a los colegas no es sólo una "broma de niño", pudiendo tener graves consecuencias. Tanto víctimas como practicantes de bullying necesitan acompañamiento psicológico para resolver este problema.

No es raro, las familias de jóvenes víctimas del suicidio relatan que sus hijos eran adolescentes normales, felices, estudiosos y con muchos amigos, no dando ninguna señal de que había algún problema. Sin embargo, una actitud tan drástica no surge de forma repentina, siendo consecuencia de una tendencia psicológica para ese acto. Muchas veces, las señales estaban siendo dados, pero la falta de diálogo realmente abierto, sin sermones y sin chistes sobre los sentimientos de los adolescentes, no permite que los padres consigan detectarlos.