Con el nacimiento de un hijo, una de las grandes preocupaciones de los padres se refiere a la vacunación. Las vacunas se crearon para estimular el sistema inmunológico a producir anticuerpos capaces de combatir las posibles enfermedades y son muy importantes para la salud del niño.

Las vacunas pueden desarrollarse de diferentes formas. Una de ellas es contener el propio virus causante de la enfermedad u otro agente similar, inactivo o debilitado. Esta es una de las varias cuestiones que involucran el tema que ponen en jaque la eficiencia, seguridad y calidad de las vacunas y si ellas pueden afectar la salud de los niños de alguna forma.

La lista abajo trae 7 mitos desvendados y esclarece dudas sobre las vacunas y su importancia. ¡Compruebe e informe!

Mito 1: La vacunación comienza demasiado temprano.

Realmente hay muchas vacunas que se deben tomar aún en los dos primeros años de vida y algunos padres discuten el hecho de que la vacunación comienza demasiado temprano. Un estudio observó que el 23% de los padres consultados indagaron la cantidad de vacunas en el calendario y el 25% se preguntó si podrían debilitar el sistema inmunológico del niño. De acuerdo con el Dr. Alfredo Gilio, médico coordinador de la clínica de vacunación del Hospital Israelita Albert Einstein, esto es un mito, y la vacunación precoz no perjudica al sistema inmunológico. Aunque los niños reciben hoy más vacunas que antes, la cantidad de antígenos contenidos en ellas es considerablemente inferior, y los expertos aseguran que es una cantidad segura.

Mito 2: Las vacunas son 100% eficaces.

Muchas personas vacunan a sus hijos y creen que están completamente protegidos hasta la próxima vacunación. Sin embargo, el Dr. Giglio afirma que no es posible garantizar el 100% de eficacia de las vacunas. Esto es porque el sistema inmunológico de las personas reacciona de maneras diferentes a los medicamentos, y, por varias razones, algunas personas pueden no desarrollar inmunidad a las enfermedades contra las que están siendo vacunadas. Las vacunas actuales producen inmunidad en un 85 a 95% de los niños, pero esta protección no dura para siempre y para algunos individuos nunca se desarrolla completamente. Por eso, no se puede garantizar que las vacunas son 100% eficaces, esto es un mito.

Mito 3: Las vacunas son completamente seguras.

Incluso los medicamentos más comunes prescritos en todo el mundo pueden causar reacciones negativas en algunas personas. Del mismo modo sucede con las vacunas. Aunque son sí muchas seguras, no es posible afirmar que serán completamente libres de efectos colaterales. Es común que algunas vacunas causan cierta incomodidad para algunas personas y, a veces, una fiebre baja, pero es extremadamente raro desencadenar efectos secundarios graves. Sin embargo, si su hijo ya ha tenido reacciones a las vacunas antes, busque un médico para aclarar sus dudas y orientar sobre cómo proceder con las próximas vacunas.

Mito 4: Las vacunas contienen productos químicos tóxicos que son más perjudiciales que beneficiosos.

Este es otro mito sobre el tema. Las vacunas realmente cuentan con una variedad de sustancias químicas, como el mercurio, el aluminio y otros conservantes, pero su adición es indispensable para estos medicamentos. Además, hay que tener en cuenta que las cantidades de estas sustancias son mínimas y el riesgo que las enfermedades ofrecen es infinitamente mayor que el riesgo que las pequeñas cantidades de conservantes pueden ofrecer.

Mito 5: Las vacunas pueden causar la enfermedad de la que supuestamente protegen.

En realidad, esta afirmación es sólo parcialmente un mito. La gran mayoría de las vacunas se hacen con virus inactivos, que no ofrecen riesgos. Estos virus no tienen la capacidad de transformarse y multiplicarse, factores necesarios para causar la enfermedad. Actualmente, vacunas como sarampión, paperas, rubéola, fiebre amarilla y vacunas contra la gripe son todas inactivas, y no pueden llevar al paciente a contraer la enfermedad.

Hay un segundo tipo de vacuna llamada vacuna de subunidad. Estas tampoco presentan riesgo de causar la enfermedad y, en general, generan menos efectos colaterales. Actualmente, la difteria, el VPH, la hepatitis B, la enfermedad meningocócica y el tétano son ejemplos de vacunas de subunidad.

Un último tipo es la vacuna atenuada, lo que significa que contiene el virus debilitado que, por sí mismo, no puede causar la enfermedad. Sin embargo, un agente patógeno atenuado puede sufrir mutación y, en algunos casos, causar la enfermedad. Este riesgo es muy bajo en individuos sanos, pero debe considerarse si la vacuna se suministra a alguien con el sistema inmunológico comprometido. Actualmente, la hepatitis A, una versión de la vacuna contra la poliomielitis y la vacuna antirrábica son vacunas atenuadas.

Mito 6: Absolutamente todas las personas deben ser vacunadas.

Aunque es importante para la gran mayoría de las personas tomar todas las vacunas, algunas no deben recibirlas. Los niños enfermos, por ejemplo, nunca deben ser vacunados, y aquellos que han tenido una reacción grave a alguna vacuna en el pasado no deben volver a tomarla en el futuro. Otros grupos a quienes no se recomienda la vacunación son personas alérgicas a alguno de los componentes, mujeres embarazadas, personas con VIH o SIDA, o las que están haciendo tratamientos para el cáncer.

Mito 7: Las vacunas pueden causar autismo

Este mito se ha diseminado en los años 90, cuando las publicaciones sugirieron que la vacuna triple (contra sarampión, paperas y rubéola) sería la causa del autismo. Sin embargo, esta afirmación no tenía base científica y, posteriormente, varios estudios realizados en diferentes partes del mundo probaron que se trata de un mito.

Si tiene alguna duda sobre la vacunación de su hijo, consulte a su médico.