La llegada del primer hijo es uno de los momentos más esperados de la vida de muchas mujeres. Es un período de transformación total en la vida, en la familia, en el matrimonio, en la casa, en la rutina y en todo lo que está alrededor. Sin embargo, aunque se hayan preparado por toda la vida para la llegada de ese momento, la maternidad también trae consigo una serie de miedos e inseguridades que dejan a las madres ansiosas, angustiadas ya veces hasta deprimidas. Vea cuáles son los miedos más comunes y descubra cómo manejarlos.

Miedo de no ser una buena madre

Todavía no inventaron un manual de cómo ser una madre perfecta, pero en la maternidad todo ocurre de manera instintiva. Cuando nace un bebé, nace junto a una madre que está siempre lista para cuidar, dar cariño, proteger e inventar su propio modelo de perfección.

Para algunas mujeres, ser una buena madre significa ser superprotectora, mientras que para otras eso tiene que ver con incentivar la independencia del niño. En cuanto a su perfil, además de cuidar, dar cariño, atención y enseñar valores, sepa que aciertos y errores forman parte del cotidiano de una madre. Tal vez, en algunos momentos, usted se decepcione con sus propias actitudes, pero eso no tiene nada que ver con ser o no ser madre y sí con el hecho de ser humano, que es requisito básico para llegar a ser bueno en cualquier cosa.

Miedo de no saber lidiar con lo desconocido

En la primera gestación todo es un misterio y hasta que se adapte a todas estas novedades puede llevar un buen tiempo. Muchas madres se asustan sólo de pensar que el llanto puede tener que ver con alguna enfermedad grave y no es para menos. En el comienzo, su bebé no sabrá decir lo que está sintiendo y hasta que eso suceda, usted tendrá que ir aprendiendo poco a poco, pero naturalmente entenderá todo lo que él necesita, el significado de cada llanto y aprender a convivir con todas las angustias y incertidumbres que son típicas de ese momento. En la duda, mire alrededor y vea cuántas madres ya pasaron por ese momento y asegúrese de que usted también tiene todo para conseguir.

Miedo de no adaptarse a la nueva realidad

La inseguridad y el miedo, principalmente al inicio de la maternidad, llevan a muchas madres a la desesperación de creer que no les gusta la idea de ser madres. Antes de arrancar los cabellos afirmando que no lleva forma para eso, sepa que la maternidad se divide en ciclos y es natural que le guste menos de unas etapas que de otros.

La gestación es el primero de ellos, después vendrán los primeros meses, donde el bebé aprenderá a dar los primeros pasos, tal vez una de las fases más agotadoras, a continuación viene la época de la escuela, una fase de descubrimientos para padres e hijos, la adolescencia, que puede venir rodeada de preocupaciones y así sucesivamente.

Lo que es cierto es que las fases nunca se repiten. Tal vez el comienzo sea más difícil aún, pero con el tiempo verás que hay momentos más y menos agradables. Y si estás en una fase difícil de la vida de madre, crea, ella no va a durar para siempre y por más difícil que parezca ahora, cuando pase, te extrañará.

Miedo de perder la propia personalidad

Cambiar del estatus de hija al de madre, implica una serie de cambios. Muchas cosas que usted consideraba importante, de repente pierden totalmente el sentido y sin mayores explicaciones sus prioridades pasan a ser repensadas y sin querer usted puede atrapar imitando a su madre, su mayor inspiración materna.

convertirse en madre puede ser el cambio más radical en la vida de una mujer, pero eso no significa que usted perderá su personalidad, sino que habrá una transformación que en la mayoría de los casos es para mejor, que hará de usted una mujer más madura y con responsabilidades diferentes. Su manera de pensar, su modo de actuar, eso continuará igual y si algo cambia, seguramente será por un excelente motivo, a su bebé.

Miedo de la relación no volver a ser el mismo

En cuanto a eso, no tenga dudas. El nacimiento de un hijo cambia todo en la dinámica de una relación, pero no necesariamente para peor. Ciertamente algunos momentos de intimidad serán interrumpidos por el llanto o por alguien golpeando en la puerta con miedo de dormir solo, pero saber llevar todo eso con madurez muestra la fuerza de la relación. La creación de un hijo es una responsabilidad tanto del padre como de la madre e hijos bien creados, fruto de un trabajo de equipo bien hecho, señalan el éxito de una relación, acercando aún más a la pareja.

Miedo de no ser más atractivo

Después del nacimiento del bebé, con el cuerpo aún tratando de volver a ser lo que era antes y en medio de pañales, biberones, noches mal dormidas y exhausta, resulta difícil incluso sentirse sensual. En esa fase, la relación con el compañero también puede tardar un poco para volver a ser como antes, pero lo bueno de eso es que esa puede ser una gran oportunidad para un reanudamiento después de un período de grandes turbulencias. A los pocos, la pareja se va reencontrando y descubriendo nuevas posibilidades en el sexo. Individualmente usted también hará un redescubrimiento físico y psicológico para percibir que la maternidad es capaz de hacerle sentirse más mujer quedando tan o más atractiva que antes.

Miedo de no tener condiciones financieras favorables

Crear un hijo cuesta caro y preocuparse por ello es más que natural. Son pañales, vacunas, remedios, convenio médico, guardería, alimentación, ropa que se pierde rápidamente y una serie de otras cosas que son esenciales para el bebé. Pero hacer que el hijo caben cómodamente en el presupuesto de la familia es una cuestión de planificación, control y disciplina y aunque el bebé ha llegado de sorpresa, esta planificación se puede hacer a largo plazo.

Tal vez usted no puede dar todo lo que sueña o todo lo que él pide, ahí la lección que se aprende es válida para toda la familia: aprender los límites y gestionar el dinero de la familia.

Miedo de no retomar la carrera profesional

Antiguamente, tener hijos implicaba abandonar de vez la carrera profesional, pero actualmente esa es una elección de las madres. Aquellas que pueden pasar a dedicarse exclusivamente a la maternidad, en algún momento pueden sentirse frustradas por haber abdicado de su carrera. Al mismo tiempo, las que se dividen entre la maternidad y el trabajo se culpan por no poder prestar la atención necesaria y seguir de cerca el desarrollo de los hijos.

Sin duda, esta es una cuestión delicada, que necesita ser pensada y repensada dentro de las posibilidades de cada uno. Toda elección tiene su renuncia y el desafío es encontrar el equilibrio entre satisfacción y necesidad.

Sea cual sea su miedo, recuerde que usted no está sola. Con el paso del tiempo, todo aquello que causa miedo, incomodidad e inseguridad empieza a formar parte del día a día y ya que usted no tiene otra alternativa, la mejor manera es encarar todo de pecho abierto, con un lindo bebé en el regazo y con una hermosa sonrisa en la cara.