El amor materno es el tipo de sentimiento que sólo entiende quien ya tuvo sus propios hijos. La intensidad y extensión de ese sentimiento no pueden compararse con las de cualquier otro. Por eso, el luto por la pérdida de un hijo suele ser mucho más complejo y difícil de superar.

Incluso las madres que no hayan pasado por esa situación son muy categóricas al afirmar que no hay dolor mayor que la de perder un hijo. El orden natural de las cosas es que los padres parten antes de sus brotes. Este es el curso normal de la vida: los más viejos mueren - o deberían morir - antes de los más jóvenes. Esto es lo que probablemente causa tanta revuelta e incomprensión cuando los hijos son tomados de los brazos de sus padres, sea cual sea la causa. Pero, como no siempre es así, queda por aprender a lidiar con el sufrimiento y el dolor de ese tipo de pérdida. La psicóloga Laissa Muniz, del Centro de Referencia y Atención a la Mujer de Maringá, en Paraná, explica que, tras perder un hijo, "la mejor forma de encarar el período de luto es no negar la necesidad de llorar, sentirse mal el tiempo de la pérdida es, sin duda, un tiempo de dejarse 'oprimir' por el dolor sentida. Es importante que el enlutado se mantenga cerca de figuras de apoyo, como familiares y profesionales, y aún encuentre espacio para hablar sobre la pérdida, la catarsis a través del habla, es decir, el encuentro de un hombro amigo para acogida, puede ser el alivio que el enlutado necesita ".

¿Hay algo que hacer para aliviar el dolor?

Según Laissa, cada persona tiene una manera de encarar los hechos pero, para que el dolor pueda ser amenizado con el paso del tiempo, un paso importante es encarar la realidad con resignación, sin huir de los hechos. "El alivio de la pérdida de un hijo es algo muy relativo, sólo el tiempo puede amenizar el dolor de esa pérdida. Lo ideal es que el enlutado encuentre espacio para hablar del asunto, en su tiempo y de su modo. No hay receta para aliviar el dolor, pero ciertamente la negación de aquella muerte y la culpabilización por lo que podría haber hecho para evitar aquello son factores que intensifican el proceso de duelo y lo hacen más penoso ", explica.

¿Es posible impedir que el sufrimiento se convierta en una depresión? Muchas veces el sufrimiento es tan intenso que puede conducir a problemas emocionales graves y prolongados, como la depresión. En este sentido, la línea que divide lo que es el luto normal de un comportamiento depresivo es bastante tenue. "El comportamiento deprimido después de la pérdida de un hijo es aceptable, pero no hay una línea clara entre lo que pueda ser considerado un cuadro depresivo y un estado deprimido. Se suele considerar de riesgo aquellos comportamientos que afectan el desempeño social de la persona - como dejar de ir a trabajar, negarse a comer, no salir de la habitación, por ejemplo, y que se prolongan más allá de lo esperado. Estudios demuestran que el duelo ante una pérdida por muerte repentina tiene una duración de alrededor de un año, mientras que en los casos de muertes ya esperadas, como enfermedades crónicas, el período de duelo puede ser considerablemente menor ", finaliza Laissa.